Estos últimos meses de mi vida han estado colmados de teorías cinematográficas sobre el objeto y la técnica del cine. Las discusión que ha abordado los cien años de cine que llevamos es si el cine es un arte o pura imitación de la realidad. Este asunto es completamente extrapolable al diseño en cuanto a función y objeto.
Me da igual que el diseño sea arte o imitación de la realidad. Lo que está claro es que es puramente conceptual. Tanto si hablamos de arte o de imitación de la realidad, siempre tenemos presente un objeto (puede ser un concepto puramente abstracto) referencial.
La creación artística extrae un parte significativa de nuestra experiencia práctica de la realidad y la representa como objeto autónomo en perfecta armonía consigo misma. Este concepto es la clave. Tanto la representación de la realidad como el arte como ente abstracto está en conversación directa con la realidad y por tanto la realidad misma se convierte en nuestro patrón. De aquí no se concluye que nuestro trabajo es una imitación de la realidad. La realidad es multifacética y maleable, la originalidad del diseño, del arte, reside en el aspecto mismo en el que nos inspiramos y la armonía (conversación que la obra de arte mantiene consigo misma) que la hace autónoma, que la convierte en un arte.
Por otra parte el diseño es un medio de expresión. Y como medio también nos remite a la realidad, que siempre queda como base.