Leyendo los dos artículos anteriores se me presenta un problema grave que se describe a trozos en varios artículos: el problema de la interactividad.
Nos dirigimos irremediablemente a un estadio en el que todo es personalizable, donde la selección se convierte en tarea necesaria para poder disfrutar de servicios de información y, en especial, de ocio. La no linealidad empieza a abarcarlo todo. Esta situación, a priori, presenta dos problemas.
Primero el límite de la capacidad de atención. El hombre tiene capacidad de atención humana, no tecnológica. Lo explica verdaderamente bien Julen en Producir y consumir información en la movilidad. Tratar de abarcar más de lo que el hombre puede lo hace enfermar. Aparece el estrés. Además establece una barrera que permite dividir cuál es el límite del consumo informativo: la eficiencia.
Por otra parte, la nueva configuración de los medios de consumo de información (el ocio también forma parte del contenido informativo) nos hace trabajar para descansar. Pasamos el día configurando nuestras listas de reproducción de mp3, descargarmos y sincronizamos los podcast, configuramos nuestra programación favorita, añadimos fuentes a nuestro feed… Al final, descansar requiere un trabajo previo que no todo el mundo podrá o sabrá soportar.
Estos problemas hacen que sea más necesario que nunca los modelos de los medios tradicionales, es decir, la selección y clasificación de la información creando unidades de contenido que sigan algún criterio. Hoy, no mañana, es el momento de crear entidades que agrupen información, facilite el transvase entre dispositivos, que seleccione una serie de contenidos uniformes, aunque se permita cierto nivel de personalización básico o poder combinarlo con la personalización avanzada.