Coincidiendo con la fundación de Expirit.es, hace ya dos años y medio, dejé de escribir en el blog, y al mismo tiempo me introduje de lleno en el mundo del ecommerce, en sus luces y sombras. Primero en Expirit.es hasta que llegó el momento de vender, y actualmente como consultor interno desde que lanzamos Dr. Livingstone, supongo.
En este tiempo no he parado de ver a decenas de pymes que o bien se han gastado un dineral en su tienda online, bien que se han acogido a subvenciones para obtenerlas o, simplemente, se han buscado la vida para poder ofrecer los productos que ya vendían en el mundo físico. Todos ellos con la intención de crecer y abaratar costes estructurales en su empresa. La gran mayoría con unos resultados que no son resultados y otros que directamente se han dejado los dientes en el intento. Muchos, muchos pequeños y medianos empresarios tienen el coche (algunos calzan un ferrari) pero nadie ha pensado en darles gasolina.
Todos tienen su ecommerce y con el mismo espíritu de quién abre en un local de una populosa calle esperan con ansia a que los viandantes entren por la puerta y picoteen. Pero aquí las reglas del juego son diferentes. Nadie se ha parado a pensar que en en este tablero hacen falta básicamente tres cosas:
- Buen producto. Sobre esto poco podré decir, si están intentado vender será que creen en lo que venden.
- Un buen modelo de comercialización. De aquí cuelga precio, formato de venta y tipo de servicio.
- Clientes. Fijándonos en tres etapas: captación, conversión y fidelización.
Durante estos años he aprendido mucho, y estoy decidido a encontrar la forma de ayudar a las pymes a sacarle jugo a ese ecommerce que todo el mundo se ha preocupado en colocarle aunque nadie se haya preocupado por la gasolina.