Este palabro no significa otra cosa más que amplitud de miras, una virtud olvidada fundamental en la vida cotidiana, profesional y, esencial también, en la comunicación.
El otro día esperaba el autobús mientras veía a un hombre que gritaba bajo la lluvia a un taxi que estaba dos carriles más allá, y que solo veía gracias al hueco que dejaba una furgoneta y un autobús escolar. El pobre hombre gritaba y hacía mil tipos de aspavientos intentando llamar la atención del taxista que estaba inmerso en un cabreo monumental por culpa del atasco. El hombre se estaba empapando y no reparó en que otro taxi venía justo detrás la furgoneta que tenía delante. El segundo taxi se paró, incluso, delante del cliente pero este no lo vio hasta que el conductor hizo sonar el claxon.
Esta parábola al más puro estilo proverbio chino me sirvió para darme cuenta de dos cosas que hay que pensar cuando tratamos de comunicar:
- ¿Nos hemos parado a mirar más allá de lo que tenemos delante?
- ¿Estamos dirigiéndonos al público correcto?
El mundo tecnológico, y en especial internet, no deja de ser una burbuja aun muy reducida que absorve mucho a quien vive en ella. Me llamó mucho la atención los datos que ofrecieron los chicos de Noxtrum en Blogs La Conversación. Hay dos millones de medianas empresas en España que son completamente ajenas a este mundo, que todavía no sabemos ofrecerles soluciones eficaces para su negocio.
¡Nos queda tanto por descubrir! Y pensamos que estamos alcanzando una cierta madurez…
Como reza el dicho: con la cabeza en el cielo, pero los pies en la tierra.