Abre los ojos y atrévete a renunciar de una vez del 90% de tus usuarios, no te sirven para nada.
Dicen que solo el 1% de las personas son realmente activas en los medios sociales y que el 10% lo son de forma esporádica. Pues si la clave de las nuevas formas de comunicación/relación es hacer participe a las personas de aquello que haces o dices, va siendo hora de que te focalices en ellos. Al resto puedes seguir buscando fórmulas de almacenarlos en páginas de Facebook, en bases de datos para newsletter e incluso en magníficos perfiles del último grito en aplicaciones que has puesto al servicio de tu comunidad, para darles la lata de vez en cuando. Esta estructura social de participación se extiende a todos los ámbitos de la sociedad: grupos de amigos, ministerios, ong… y del 90% de todos ellos también deberíamos olvidarnos.
El mito afirma que el buen jefe nunca abandona a su equipo, que crea pequeñas “trampas” que hacen que el grupo siempre esté alerta para dar más de sí, que los implica de tal forma para sean parte del proceso creativo/constructivo de la misión de la compañía y de la labor concreta que desempeñan. Mucha gente afirma que solo una palmadita sincera en la espalda o un “buen trabajo” dicho con ganas sería suficiente. La gente está deseando que les des una excusa para dar un paso al frente y sentirse satisfechos consigo mismo y en paz el mundo. Solo hay que encontrar ese interruptor que les encienda la bombilla interior. ¡La gente quiere, necesita trascender!
En realidad no debes renunciar a al 90%, debes encontrar el modo de que salten de un sector de la gráfica a otro, de que sean un 2%… y un 11%… los que valgan la pena.
Para eso son necesarias unas serie de condiciones en las que merecería la pena pensar detenidamente.
- Que la visión de la acción colectiva que propones les haga mejores personas, en cualquier sentido que se te ocurra. La motivación.
- Que el grupo de personas que forman parte del colectivo relevante para el fin que se propone. Lo social.
- Que los métodos para participar se adecuen a mis posibilidades de tiempo, habilidad, implicación. Las herramientas.
- Que quién lo proponga sea y le percibamos como alguien capaz de hacerlo por sí solo pero que quiere que seamos participes. El líder espiritual.
Este último es el punto de partida a analizar y el más interesante. Y no distingo entre empresas o personas porque ambos pueden serlo. ¿Qué se necesita para ser líder espiritual? Hay que pensar mucho sobre eso, pero dejo un apunte rápido que puede servir de guión para reflexionar. Creo que visión, autoridad, influencia e interés.